miércoles, 20 de diciembre de 2023

Las listas de fin de año, 2023

Sin ser capaz de despojarme de cierta sensación cenagosa, a la manera de Manganelli, respecto de la República de las Letras en Canarias y del mundo de la cultura, en general, abordo exhausto este final de 2023. La constatación, tras estos años de mando de Podemos en la consejería de Cultura, de que todo es más o menos lo mismo en la gestión pública como en la visión de los partidos políticos resulta desalentadora. Lo peor es que el desaliento se ha convertido en costumbre, y acostumbrarse al desaliento no suscita sino conformidad, por no decir indiferencia, respecto de las políticas institucionales y de las iniciativas privadas en materia cultural. De todos modos, no es costumbre inquirir la opinión de la ciudadanía, en general, ni del público, en particular. El papel de estos últimos, su función, es la de ser mero receptor de una mercancía, mera excusa para la ejecución de presupuesto público y, lo que es lo más importante, para la publicidad y promoción del ente organizador.

Todo lo anterior, insisto, es aplicable estando al cargo de la consejería un/a representante de Podemos, otro/a de Coalición Canaria o, en su caso de PP o PSOE. Así lo han demostrado y así lo volverán a demostrar.

Vayamos a lo nuestro, que este año, en materia literaria, ha habido, sobre todo, magníficas lecturas. Aquí les dejo mi lista particular de lo bueno y, cómo no, de lo malo. Respecto de la segunda, por si acaso, recalco mi convencimiento de que los/as escritores/as son magníficas personas en lo moral y sumamente esforzadas en lo literario, pero, a pesar de esto, sus obras, a mi juicio, son desdeñables. Para más comentarios, les remito a la lectura de la reseña correspondiente.


Lo mejor de lo mejor de 2023:

-Vivir abajo, de Gustavo Faverón Patriau. Editorial Candaya.

-La ciénaga definitiva, de Giorgio Manganelli. Editorial Siruela. Traducción de Carlos Gumpert.

-Centuria, de Giorgio Manganelli. Editorial Anagrama. Traducción de Joaquín Jordá.

-El epitafio de los perdedores, de Andrew Szepessy. Editorial Siruela. Traducción de Esther Cruz Santaella.

Estas cuatro lecturas, acabo de comprobarlo, se sucedieron entre abril y marzo: imagínense qué estado de satisfacción alcancé en ese período. Dudoso es que vuelva a repetirse algo parecido.









Lo peor de 2023:

-Leche condensada, de Aida González Rossi. Editorial Caballo de Troya.

-La isla de los muchachos hermosos, de Pedro Flores. Editorial Maclein y Parker.




Añado que hay algunas obras que, por diferentes razones, se quedaron en el casi de llegar a la primera lista, como fueron Nunca preguntes a un pájaro, de Andrés Ibáñez; Los árboles, de Percival Everett; Bisutería auténtica, de Daniel María; o La paz de las colmenas, de Alice Rivaz.

Ya me disculparán por el magro contenido de la relación de lecturas, pero este año ha sido bastante convulso y mis intereses y actividades han tomado otros derroteros que tienen que ver más con el ensayo sociológico y filosófico.

A la sazón:

Sugerencias de lectura de no ficción

-De qué hablamos cuando hablamos de marxismo, de Juan Carlos Rodríguez. Editorial Akal.

-Lujo comunal, de Kristin Ross. Editorial Akal. Traducción de Juanmi Madariaga.

-Mundo soñado y catástrofe, de Susan Buck-Morss. Editorial Libros Antonio Machado. Traducción de Ramón Ibáñez Ibáñez.

-El 18 de Brumario de Luis Bonarte, de Karl Marx. Editorial Akal. Edición, prólogo y traducción  de Clara Ramas Sanmiguel.

-Mentira romántica y verdad novelesca, de René Girard. Editorial Anagrama. Traducción de Joaquín Jordán.

-Pocos contra muchos, de Nadia Urbinati. Editorial Katz. Traducción de Gabriel Barpal.

-La tragedia griega, de Jacqueline Romilly. Editorial Gredos. Traducción de Jordi Terré.

-La mente reaccionaria, de Corey Robin. Editorial Capitán Swing. Traducción de Daniel Gascón.

-Retóricas de la intransigencia, de Albert O. Hirschmann. Traducción de Tomás Segovia.

-Todo lo que entró en crisis, coordinado por José Luis Moreno Pestaña y Jorge Costa Delgado. Editorial Akal.

-Estados del agravio, de Wendy Brown. Editorial Lengua de Trapo. Traducido por Jorge Cano y Carlos Valdés.

-Rompiendo algo, de Belén Gopegui. Editorial DeBolsillo.


Por último, un apartado que suscitaba bastante diversión era mi lista de reseñadores/as deplorables, pero este año no he leído nada que mejore lo que escribí el pasado año. Son los/las mismos/as (salvo la mortecina novedad de Javier Doreste) escribiendo de igual modo en su ansioso deambular de lo huero a lo inane.

En fin, lean buenos libros y sean felices, si no es a costa de los demás.


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