Este año, el celebérrimo Parque de San Telmo acogerá de nuevo (por decirlo así) la Feria del Libro de Las Palmas de Gran Canaria. También, la dirección de la organización ha vuelto a recaer en Jorge Balbás, encargado de las últimas ediciones, que, por cierto, han adolecido de numerosos errores de programación, y no solo en la elección de escritores/as (concepto que se ha diluido en el más amplio de famosos/as, que comprende desde los/as referidos/as escritores/as, hasta influencers, youtubers, presentadores/as de telediario, pasando por todólogos/as de la más variada jaez y , en realidad, cualquiera que haya disfrutado de sus momentos de gloria y escrito algo al respecto). Como digo, no solo se trata del cartel de las sucesivas ediciones, cada vez más espurio, desnaturalizado y sesgado (esto, por supuesto, puede no ser un inconveniente para el programador, que busca, sobre todo, que la feria se llene de público, ni para muchas personas cuyo encuentro con los libros y ebooks es tangencial, solo propiciado por la admiración del personaje de turno), sino algo más básico y, por lo tanto, más grave.
Más allá o más acá de quien se trajera allende los mares, y aquí radica el quid de la cuestión, se formularon muchas quejas el año pasado respecto de la falta de fiabilidad del calendario. Baste decir que en muchas ocasiones no se comunicaba al público por ninguna vía, exotérica o esotérica, las cancelaciones o retrasos de los/as intervinientes o los cambios de ubicación de las presentaciones y promociones. Por no hablar de la elección de los escenarios más nobles para determinados/as famosos/as y otros más humildes para quienes no lo eran tanto. Por otro lado, en cuanto a imagen y exposición en las redes sociales, al menos en la edición de 2021, la estrategia comunicativa consistía en una foto del autor/autora con un libro promocional del Cabildo y la inserción de una frase tipo "X se ha quedado prendado de Gran Canaria y volverá para disfrutar de su gastronomía/paisajes/hospitalidad, etc." en diversas combinaciones, a cual más tonta y pueril.
La respuesta a las críticas en las redes sociales, cuando los/as usuarios/as señalaban errores como los anteriores era, por lo habitual, el borrado de dichos comentarios, y ningún propósito de enmienda. Este año, en una clarividente muestra de anticipación, el/la administrador/a de las redes sociales ha intentado prevenir la eclosión de comentarios desfavorables bloqueando a los críticos. Como en Facebook a este que les escribe.
Así es el mundo, así funciona la organización de eventos culturales, podríamos sentirnos tentados a pensar, aun cuando estén patrocinados en parte por instituciones públicas como el Ayuntamiento de Las Palmas, el Cabildo de Gran Canaria y el Gobierno de Canarias, cuyo erario se nutre en buena medida de los impuestos de los/as ciudadanos/as, como yo mismo. Me imagino que el comportamiento censurador y bloqueador de la organización, de llegar a sus oídos, debería de resultarles, como mínimo, rechazable.
¡Pero qué no aguantamos los/as amantes de los libros, o como se dice últimamente en plan cursi, los letraheridos/as..! Me pregunto si la Feria del Libro, ésta o cualquiera, puede soportar tal trato a medio plazo a los que, en rigor, serían sus visitantes o, más bien, dado el sesgo economicista que todo lo impregna, sus clientes.
Al menos, según me cuentan, la decisión de elegir de nuevo a Jorge Balbás en la dirección no fue unánime en el seno de la Asociación de Libreros. Siempre queda un hálito de esperanza en que las cosas puedan ir a mejor. En todo caso, habría que preguntarse si los/as libreros/as no son capaces, aunque solo sea por sus intereses (es decir, no solo la mera venta de libros sino el de crear un ambiente libresco que fomente la lectura y el aprecio del arte literario), de idear una feria más imaginativa que la haga protagonista de acontecimientos memorables para la ciudadanía. Quizá el continuismo no sea la mejor idea si no satisface a casi nadie, salvo a algún/a paniaguado/a.
No hay comentarios:
Publicar un comentario