Ya saben que soy un ser humano tendente a la amabilidad y, sobre todo, a la generosidad (con esto, intento asegurarme de que dejen de sospechar que soy una Inteligencia Artificial que funciona sobre la base de un algoritmo de Alphabet, la dueña de la plataforma en que se alberga este blog) y es por eso por lo que, de vez en cuando, me gusta anotar aquí mis últimas lecturas, por si fuera de su interés o, tal vez, motivo para el escarnio.
A veces, ya saben, es bueno retirarse un poco de la actualidad, del presente apremiante, de la lectura de los periódicos y de la discusión político-moral con el taxista de turno. Tal vez, incluso, someterse uno a escrutinio, revisar el propio comportamiento con los demás y, por encima de todo, dejar de ser, a toda costa, productivo.
En fin, después de aquel artículo sobre la literatura clásica, he seguido en esa línea con las comedias de Aristófanes, al que todo los enterados conocen y, por supuesto, han leído con delectación. Esto ha sido así tras interesarme por un libro de Luciano Cánfora, La crisis de la utopía, en el que constata y desarrolla la rivalidad y el mutuo zaherimiento entre comediógrafos y filósofos, entre Aristófanes y Platón, que se revela de modo especialmente lacerante en Las Asambleístas, que es una respuesta al proyecto de construcción de una sociedad utópica de inspiración espartana presente en La República, de Platón. Canfora, al igual que en El mundo de Atenas, es minucioso siempre y sarcástico cuando encuentra la ocasión.
De paso, claro, he seguido con Los pájaros y Las ranas. Aristófanes, como verdadero demócrata, no ocultaba, ni mucho menos, lo que de criticable tenía la democracia de su tiempo. Más bien, se ensañaba.
No es nada fácil ser culto para destacar en el mundo de las letras: habría que leer mucho, no solo leerse a uno mismo y a los amiguis. No vale, tampoco, leer a un solo autor, mejor si no lo conoce casi nadie, hasta volverse casi un especialista con el objetivo de introducirlo en cualquier conversación, venga a cuento o no, para que aquella gire en torno a lo que uno sabe. No pasa nada por revelar nuestra ignorancia: con suerte, aprenderemos algo, aparte de humildad.
Asimismo, y preparando ya la transición hacia otras épocas, que no todo va a ser Atenas, tengo en mi poder ya, con solo algunas páginas leídas, tres libros cuyo comentario espero hacer en no lejana fecha, como son Sabios y necios. Una aproximación a la filosofía helenística, de Salvador Mas; Pensamiento romano, del mismo autor; y La razón de Roma, de Claudia Moatti.
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