miércoles, 11 de enero de 2017

'Las calmas aparentes', de Federico J. Silva

Haciendo un recorrido por las reseñas de otros escritores metidos a reseñadores, me he encontrado, respecto de esta novela, descripciones fascinantes tales como "novela caleidoscópica", "libro para leer rápido y pensar despacio", "libro canalla, poético y rayuelo" o "una de esas novelas que se quedan cuando todo se va apagando". 
Lo de "rayuelo" y "caleidoscópica" se entiende porque la novelita (76 páginas) está compuesta de LIX pasajes o fragmentos o escenas o monólogos interiores y que se puede leer de dos maneras, de principio a fin o en plan piezas que se ensamblan por aquí y un poco de metaliteratura por allá. En principio, estos juegos arquitectónicos no me llaman la atención, pero tampoco es que vaya a quemar el libro por eso. Si lo hizo Cortázar...





Dejemos la arquitectura de lado, por un momento y centrémonos en la historia y en el estilo. Respecto de lo primero, lo que nos cuenta no es demasiado original, pero tampoco aburre: un periodista amargado que añora días mejores y que despotrica contra el curso que ha tomado el periodismo de ahora (todos sabemos que hubo una Edad de Oro en el periodismo, lo que ocurre es que nadie sabe muy bien cuándo fue ni cómo acabó). Este señor tiene una relación amatoria con una señora, que fue muy roja en su juventud y que, al parecer, es una leona en la cama y que engancha a los hombres con el sexo, como al periodista. Además, al rato aparece otro periodista, Manu, que se vuelve un Caballo de Troya en la redacción, y un personaje (creo que es político), Fernan, que le da por el cruising, y otra periodista más, Maica, que acabará por ser la preferida del protagonista (por lo que el arma del sexo no es tan definitiva como parecía) y escribe una novela que.... Algún personaje más hay y alguna cosa más pasa, pero es que soy muy bueno resumiendo y Las calmas aparentes se acaba pronto. Así pues, aparte de la(s) historia(s) de los personajes, hay crítica social, reflexión sobre el capitalismo de los últimos tiempos, el servil papel del periodismo y tal. 

Lo que no está nada mal. Lo de la crítica, digo.


PERO respecto del estilo: es probable que los seguidores de la obra poética del autor hayan quedado embelesados por las vueltas de tuerca creativas de las que, según dicen, hace gala ("transgresor y juguetón", señala Alexis Ravelo). En mi opinión, si de algo carece esta novela, lamentablemente, es de Literatura. Apenas alguna frase, algún adjetivo se salvan del estilo periodístico que impregna la novela, y que no emana de la personalidad de algún protagonista. No. Estilo periodístico que, se entiende, no es ningún elogio, sino un defecto grave. Me refiero a esa forma plana y estereotipada de contar las cosas, ese uso típico de unir sustantivos con adjetivos, de verbos con adverbios y, sobre todo, ausente de ideas. Lo dicho, apenas un átomo de Literatura, apenas una gota de escritor, por mucha denuncia que exprese.


Él me gusta y yo le gusto cuando callo y parezco como ausente aunque me rehúye y no me saluda con un beso como los demás de la redacción. Fue a consolarme cuando el director me echó la bronca. Mi primer trabajo después de terminada la carrera puesto que las prácticas en la televisión autonómica no cuentan. Empecé haciendo Cultura porque puse en el currículo que me fascina leer y quiero ser escritora y es el vía crucis habitual para ir soltándose en esto. No me creo mejor que nadie y na más que presumo de lo que he leído. Con el tiempo aprendí que era la sección de menor importancia en los medios y en el país y si la cagaba no pasaba nada.


En esta profesión por desgracia el intrusismo está generalizado, que a mí no me inquieta, aunque suele ser esa gente la que no dura mucho en esto. Cuando llega empieza a dejarse querer por los políticos y los prebostes empresariales para ir trabajándose un gabinete de prensa en el que vegetar y montarse. (...) Me la pela si no tiene el título porque tengo compañeros que tampoco lo tienen y me darían clases de periodismo hasta hartarse. Lo que sí me jode es que esté con lo de que esto se aprende en el primer día de clase y en la cafetería si leyeran El libro de estilo eso hay que saberlo como el Padrenuestro y el himno del Madrid, como si él lo hubiera escrito, el capullo.


Yo siempre he necesitado sentirme deseada. Estoy acostumbrada a llevarme al actor principal de la obra. Me hace sentir bien. No soporto que me rechacen. Mataría si eso ocurriese. No paré hasta que me levanté a mi antiguo jefe de negociado. Lo marqué desde que dijo que era hombre de una sola mujer. Se equivocaba. No te preocupes te guardaré el secreto. En esta ocasión es diferente. Asun dice que vivo en un mundo de espejos y que mis relaciones se hacen añicos cuando te cansas de las imágenes que reflejan. Ella es la mujer de las frases ingeniosas y de los libros de autoayuda. Y no estoy para sus sentencias de perfecta casada.


Hay algo que he venido notando, una especie de característica común, en las novelas de los autores canarios que he venido reseñando: cuanto más se esfuerzan por transcribir un habla coloquial o un idiolecto particular, más forzado parece el estilo. O eso, o se pasan al estilo folleto de Ayuntamiento. Les falta, a falta de otro término más preciso, naturalidad. Así, a los personajes les falta color, sustancia, corporeidad; uno tiene, a veces, que indagar quién está hablando/pensando en un momento determinado porque no están bien delineados. Les falta personalidad. En algún sitio leí que los poetas se ocupan de las palabras y los novelistas, de personajes. En esta novela, faltan ambos.

Algo bueno: no aburre. Bueno, no aburre demasiado. Tanto por la estructura (LIX pasajes) como por la extensión (76 páginas), no me sentí animado por ideas de aniquilación personal. A esta edad ya nota uno cómo la percepción del tiempo ha cambiado. ¿Qué es una hora leyendo? He perdido el tiempo con cosas peores, para ser sinceros, pero le falta poco.

No obstante lo anterior, uno se pregunta para qué escribir esta novela y para qué leerla. ¿Qué animó a un poeta laureado a embarcarse en la escritura de una novela o algo parecido? ¿Exploración? ¿Convertirse en un literato polivalente? ¿Vanidad? ¿Le convenció también una amiga reseñadora?

Algún día conoceremos la verdad.






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