martes, 28 de mayo de 2024

Hacia el infinito y más acá

Podría decirse que con este artículo termino una etapa hornbiana (Ten years in a tub) en la que por lo general no me he detenido en el análisis de textos concretos y más bien lo que he hecho ha sido compartir con Vds. mis lecturas o intenciones de lecturas, amén de algún comentario que otro sobre nuestro mundillo cultural y sus estrellitas. Ya está bien, así que calculo que, a mitad de junio, comenzaré a leer algunas novelas que tengo pendientes (y a escribir las correspondientes reseñas) emanadas de nuestro humus literario local, que, todo hay que decirlo, tiempo hace que no me proporciona alegrías. 

También, cómo no, en otras obras de no ficción que por su interés, al menos el que han suscitado en mí, me veré obligado a comentar. 

¡Qué harían sin mí y sin este blog! Probablemente, algo relacionado con el concepto marasmo.

Las nuevas adquisiciones son las siguientes:




                



-España postimperial. Ideologías del imperio restaurativo, de Joseba Gabilondo (a raíz de una entrevista al autor en Ctxt).

-Semiosis, de Sue Burke (ficción).

-Guaridas del lobo: memorias de la Europa autoritaria, de Xosé Manoel Núñez Seizas.

-La república cooperativista. Esclavitud y libertad en el movimiento obrero, de Alexander Gourevitch.

Aunque Vds. no lo hayan notado, encuentro en mí una tendencia hacia la bibliografía histórica en las últimas selecciones, en especial con respecto a España. No sé si es algo bueno o malo, pero ahí está. Quizá es que me encuentro a menudo con la gente que piensa que lo que hicieron Pizarro o Hernán Cortés no solo les parece admirable, sino que tienen que ver con él/ella, como español/a. Esos espejismos esencialistas y teleológicos que tanto gustirrinín producen a los consumidores de ideologías de ultraderecha. 

Así pues, en España diversa, de Eduardo Manzano Moreno, leo: 

Una forma de distinguir un libro de historia de un manual de ejercicios del espíritu nacional es identificar el recurso facilón consistente en hacer creer a los lectores que ellos fueron también los protagonistas del pasado. Ello permite a sus avispados promotores convencer a sus audiencias de que deben sentirse "orgullosas" de las ideas y gestas de los personajes pretéritos como si fueran propias y compartieran valores idénticos a los suyos. Es una falsedad tan evidente (ninguno de nosotros ha nacido en otro tiempo que no sea el presente, conviene siempre recordarlo) que causa sorpresa comprobar que siga surtiendo efecto. (España diversa, págs 19-20) 

O, también: 

Cuando los historiadores se convierten en reivindicadores del espíritu nacional, su papel se limita a ser el de adoctrinadores de patriotas al servicio del poder político. (Ibíd., pág. 23)

Por último:

Nadie debe renunciar a defender los proyectos de futuro que considere mejores para la sociedad, pero cuando se intenta justificarlos en sucesos acaecidos hace cientos de años se corre el riesgo de convertirlos en esencias históricas que nutren en el presente las bien conocidas formas de totalitarismo. (Ibíd. pág. 27)

Creo que, para ser coherente, he decidido informarme: llámenme ingenuo. Tampoco es desdeñable que en algún momento, como he hecho con el griego clásico, me anime a incursionar en el terreno académico para -pueden imaginárselo- saber con fundamento y no convertirme en un columnista de rebequita y pantuflas de programa de la televisión autonómica. A veces pienso que la combinación ideal para cualquiera que quiera llamarse pensador/a es conocimiento y compasión, y no la soberbia mezclada con hiel: esa distancia entre lo que uno imaginó que podía haber llegado a ser y lo que uno meramente es. 

Por cierto, me esta resultando todo un descubrimiento el compactado contenido de las vicisitudes del comunismo democrático (Historia del pensamiento marxista sobre la democracia, de Ernesto M. Díaz Macías): compruebo cuán confundidos estábamos los que no solo relacionábamos directamente el comunismo con el autoritarismo y la dictadura del líder y del partido sobre el resto de la sociedad, sino aquellos que por esa misma identificación se avenían a apoyar un régimen antidemocrático como el despotismo burocrático de la Unión Soviética y el resto de los países del Este. No es que el autor haya descubierto documentos ultrasecretos guardados en una cámara acorazada en los sótanos del Kremlin o del Pentágono: toda esa información siempre ha estado disponible, pero nos hemos conformado con la vulgata antimarxista y anticomunista de siempre, lo que tampoco resulta extraño viviendo en una sociedad capitalista. Como decía Bourdieu, la mayoría de las personas no hablan, sino les hablan; y me atrevería a decir yo, no piensan, sino les piensan .

En fin, ya saben que no me gusta escribir/hablar de política en este blog, dedicado a esa altruista, espiritual y estética rama del Arte con mayúsculas que es la Literatura. 



viernes, 17 de mayo de 2024

Más libros y más feria

 Estarán gozando aquellos que abogan una y otra vez -como quienes con el socorrido auxilio de la teoría cuántica pretenden atravesar una pared a fuerza de probabilidad y empecinamiento- por establecer normativamente una estricta delimitación entre el arte y la política. La realidad es tozuda y el Festival de Eurovisión, por citar el evento más reciente y llamativo, ha venido a demostrarlo de nuevo. Por cierto, también estará contenta cierta Premio Canarias de Literatura con la persona que ha ganado este año. En fin, siempre habrá un lugar bajo el sol para la ingenuidad y otro para el tratamiento de la miopía.

Por otro lado, aun aumentando la columna de libros ("enhiesto surtidor de sombra y sueño/que acongojas el cielo con tu lanza" y tal) no leídos pero que estoy por leer en cualquier momento, etc., he recogido ayer mismo unos pocos más, que me avengo a compartir con Vds. Libros recomendados por vías variopintas y por sospechosos habituales.








-España diversa. Claves de una historia plural, de Eduardo Manzano.

-El tiempo perdido, de Clara Ramas. Sí, la misma filósofa encargada de la última edición de El 18 de Brumario de Luis Bonaparte, de Karl Marx, ya comentada (y alabada) aquí.

-Anatomía del fascismo, de Robert Paxton.

La lista que les muestro cada vez en los artículos mengua de manera progresiva, por razones obvias. Siempre me dije que yo trabajaba para poder comprarme libros, pero el tiempo ni la energía dan para todo. De todos modos, como ya saben, tengo unos cuantos más en reserva: está el fondo de armario (lo que ya se posee pero no se lee aún) y el fondo de compras (lo que no se ha comprado, pero que se espera comprar algún día).

A este respecto, el otro día leí en Twitter a un señor que anhelaba poseer toda la colección de Gredos: yo también. Y que ni siquiera hace falta leerla entera. Todos esos tomos en tapa dura de color azul oscuro... Nuestras fantasías, pienso, tienen ese color. Es innumerable la colección de clásicos de todo tipo que habría que tener, aunque solo fuera por presumir. Confieso que, en ocasiones, dejo encima de la mesa El Capital cuando se avecina alguna visita, a ver qué ocurre.

Por cierto, he terminado la colección de escenas truculentas en Trilogía sucia de La Habana, de Pedro Juan Gutiérrez. Muy bien, en general, con esa perspectiva deliberadamente  enfocada en los aspectos sórdidos de la vida cotidiana del narrador: hambre, necesidad y abulia y una perspectiva del sexo como trivial y exigente al mismo tiempo, ausente todo tipo de preciosismo o sublimación. No obstante, ya hacia al final del volumen me costaba seguir con la lectura, como si me hubiera hartado de tanta ración de miseria y de brutalidad, de contemplar a seres humanos embarrados en la mezquindad y ocupados solo por su supervivencia. No obstante, lo considero un libro valioso que desmitifica cualquier visión idealizada sobre Cuba, y entiendo todas las circunstancias geopolíticas y económicas que se puedan plantear al respecto. Nada humano es ajeno a la literatura.

Finalmente, y aunque luego me reprochen que no estoy contento con nada, no puedo evitar el compartir con Vds. esa "reivindicación del humor" que se supone va a ser el lema de la próxima feria del libro de LPGC. Reza la noticia, firmada al alimón por EFE y el inefable Victoriano Sánchez Álamo: "La 36ª edición de la Feria del Libro de Las Palmas de Gran Canaria se celebrará en el parque de San Telmo desde el 29 de mayo hasta el 2 de junio, bajo el lema 'Humor y libros', con el objetivo de reivindicar la risa como herramienta de unión". A ver, ¿no podrían haber encontrado otra chorrada más disimulada, otro topicazo con menos grima? No resulta habitual, con las debidas excepciones, que el gremio de las/os libreros/as ni, mucho menos, el de los/as políticos muestren originalidad a espuertas, pero: ¿"Reivindicación"? ¿Es que la risa goza de mala fama? ¿Es una actividad que se realiza de manera clandestina, perseguida? ¿Dicen en el ¡Hola! que es de mal gusto? Además, "¿Risa como herramienta de unión?". Unión, ¿de qué? Propongo, así las cosas y con la misma falta de fundamentación, que el próximo año el concepto central del lema sea, digamos, el llanto: "Las lágrimas como herramienta de cohesión", "Llanto y ciudadanía: claves para un territorio macaronésico". O la caca: "La defecación como experiencia compartida", "Las heces y la Escala de Bristol como herramientas sociales de pertenencia".

Quiero creer que la mayoría de las personas lectoras no se contentan con frases trilladas -pensamiento perezoso- ni con elogios inmerecidos -reconocimiento de baratillo-. No es mucho pedir que en el marco de un evento mixto (mercantil-cultural) como una feria de libros se nos ahorren tonterías como las pronunciadas. A veces, ser parco/a en palabras está muy bien: hay otros/as que las pronuncian -y escriben- mucho mejor.