A pesar de la frecuencia con la que se emplea la expresión “acontecimiento editorial” en los medios culturales españoles (tanto en la cada vez más errática prensa cultural oficial como en blogs, foros de libreros y lectores o zalameros perfiles de Facebook), son raras las veces en las que tenemos la dicha de asistir a uno verdadero.
La publicación de esta selección de poemas del autriaco Ernst Jandl
(Viena, 1925-2000) es una de esas ocasiones. Con el delicioso
subtítulo de Si no puede hacer nada por su cabeza, al menos
arréglese la gorra (versión libre, pero inmejorable, del
epígrafe que encabezaba un poemario de Jandl en 1978, die
bearbeitung der mütze, y que en original dice: “kann
der kopf nicht weiter bearbeitet / werden, dann immer noch die
mütze”), esta muestra de 68 poemas trae a España, por fin,
una selección algo más amplia de la obra de un poeta imprescindible
del siglo XX, en una
continuación de la labor iniciada en la península ibérica por el
espléndido Felipe Bosso con sus 21 poetas alemanes (Visor,
1980). De la mano de Sandra Santana (Madrid, 1978), que figura como
compiladora y traductora —y quien, a juzgar por sus más bien
esporádicas, pero certeras ediciones dedicadas a aspectos poco
tratados o conocidos del pensamiento y la literatura de los países
germanohablantes, está llamada a convertirse en una de las
divulgadoras más inteligentes y profesionales de esas culturas en
España, mullido diván de tanto diletante gozoso—, asistimos aquí
al genuino segundo natalicio —algo tardío, pero en ningún
caso inoportuno— de Jandl para las letras españolas. ¿Por qué el
segundo? Porque en algo se equivoca la editorial Arrebato Libros en
su nota de contracubierta y en algunos de los postings
promocionales de esta excelente antología cuando dice que es “la
primera vez” que una amplia muestra de la producción de Jandl
aparece en castellano. Ya en el año 2007, un poeta y traductor
cubano, Francisco Díaz Solar (a quien, dicho sea de paso, Sandra
Santana hace referencia en su prólogo, en un elegante gesto que
mucho la honra y que no suele ser demasiado obvio ni habitual en el
entorno de alborozado y pelusero cainismo en el que desarrolla su
labor, donde campan por sus fueros, impunes, los plagiadores de
bufandas estilosas), dio a conocer en la colección Torre de Letras
(proyecto editorial alentado por la poeta cubana Reina María
Rodríguez) una muestra algo más amplia que esta (89 poemas)
titulada igualmente a partir de un verso de Jandl: Para hacer un
poema. Antes de esa fecha, en 1998, Díaz (a quien, por cierto,
la televisión austriaca le dedicó un magnífico documental sobre su
relación con la obra del poeta vienés) había publicado ya una
selección de poemas de Jandl en el número especial que la revista
cubana Unión dedicó a las letras austriacas contemporáneas,
y en el año 2001 apareció en la también cubana revista Diáspora(s)
la excelente serie de desacralizadores poemas que Jandl dedicó a
Rilke.
La antología de Sandra Santana, sin embargo, viene a ser un
espléndido complemento de aquellas otras selecciones que, por
fatalidad geográfica y política, han contado con muchas menos
oportunidades de circular por los canales internacionales de
distribución de libros. Aunque son varios los poemas que se repiten
en ambas antologías, la muestra de Arrebato Libros incluye varios
ejemplos de poesía concreta (vertiente importante en la producción
del austriaco, pero a la que Francisco Díaz renunció de manera
consciente en su selección, con el propósito de dar mayor espacio a
poemas representativos de lo que, a mi juicio, constituye la esencia
y la radical originalidad de Ernst Jandl en el poliédrico panorama
de la poesía experimental). Como dice Díaz Solar en su ensayo
preliminar: “La asombrosa variedad de este poeta no se basa en la
abundancia o sutileza de matices, sino en radicales tensiones entre
polos opuestos. Humor y gravedad, percepción de lo individual y lo
social, rotura libertaria de la lógica y experiencia paralizante de
la depresión, mediados por una visión de lo feo y lo grotesco y por
técnicas de destrucción, recombinación y movimiento de los
materiales del lenguaje hacia la esfera de lo agramatical, hacia la
exploración de unidades lingüísticas mínimas como portadoras de
la carga poética y hacia lo que [el propio poeta] llamó lengua
reducida” (En: Para hacer un poema, “Introducción”,
La Habana 2007, pág. 6. El subrayado es mío).
Sandra Santana, por su parte, ha querido destacar en su selección
ese otro aspecto igual de relevante en la obra de Jandl: la variedad
y, a la vez, su humilde minimalismo. Su prólogo se inicia con una
cita del austriaco en la que, de manera lapidaria, se nos advierte:
“Mi escritorio está servido para todos”. Y la propia traductora
comenta: “Ampliar los márgenes de la poesía de modo que hubiera,
como en un banquete abundante, suficiente para alimentar a quienes se
acercan con hambre. La escritura de Ernst Jandl es el registro de un
esfuerzo continuo para convertir en literatura cualquier cosa que se
tenga a mano: ir a la compra, respirar, abrir la puerta de casa,
esperar turno en la consulta del médico o salir a pasear al perro”
(págs. 9-10). Y más adelante, con sensibilidad verdaderamente
conmovedora, añade: “[Jandl] [q]uiso abrir la lengua de la poesía
al niño, al extranjero, al idiota que todos llevamos dentro para,
con lo más simple (el trazo de un lápiz, unas pocas hojas con letra
impresa), entregarnos la máxima recompensa: el rastro de otro que,
como nosotros, también sufre porque la vida a veces es una carga
pesada que dan ganas de abandonar. Y porque a veces revolotea tan
ligera que, sabiendo que se desvanecerá irremediablemente, uno
querría que durara para siempre” (pág. 10).
Y es que con Jandl estamos ante un fenómeno casi único no solo en
las letras alemanas: un poeta experimental y vanguardista; un poeta,
además, con una obra combativa y de alto contenido social que, sin
haber tenido nunca una página de Facebook, llevando más bien una
vida pública modesta y discreta como profesor de inglés en un
instituto, alcanzó una popularidad enorme no solamente por sus
performáticas lecturas y su esporádica colaboración con jazzistas,
sino gracias también a esa combinación singular de sencillez y
hondura, con poemas que son el resultado inmediato de una profunda
reflexión sobre la materialidad del lenguaje, expuesta del modo más
leve; una reflexión que, sin estridencias ni poses de “vanguardia”,
sin fatuas apelaciones a manidos recovecos del alma ni suspirantes
evocaciones de la luz, alude con un gran sentido del humor a las
tragedias elementales del hombre. (Valga decir que la oportunidad de
la aparición de un poemario como este en España reside también en
la lección poética implícita para tanto epigonalismo aturdido y
autosatisfecho, en su objeción tácita a un despilfarro de
impostados cantos a la luz que, de poder acumularse todos y
transformarse en electricidad, podrían abastecer con megavatios de
energía limpia a varias ciudades de tamaño medio.)
Un ejemplo de esa honda sencillez lo encontramos en un poema que se
repite en ambas antologías, “1944-1945”, el cual emplea la
violencia fonética contenida en la sonoridad de la palabra “guerra”
(krieg), que, repetida doces veces (como los meses del primer
año evocado en el título del poema), se ve interrumpida por la
esperanzadora exhalación física a la que obliga la pronunciación
de la suave voz “mayo” (mai) a la altura del quinto verso
de la columna siguiente. Otro de los grandes poemas fonéticos de
Jandl, “trnchnbrmm” (en alemán: schtzngrmm) —este
sí solo recogido en la antología cubana— fue compuesto con el
material consonántico de las palabras “trinchera” y “bomba”
y, al decir de Francisco Díaz, “recrea la atmósfera sonora que
envuelve a un soldado atrincherado, en un texto antibelicista donde
evoca con singular humor las imitaciones en juegos infantiles de las
armas de fuego para culminar con una metáfora fónica de la muerte”
(Op. cit., pág. 7).
Si menciono expresamente esos poemas es porque ambos son el ejemplo
más radical, si se quiere, de un aspecto tenido en cuenta por los
dos compiladores y muy bien señalado por Sandra Santana en su
prólogo: “Pocos se han dedicado tan disciplinadamente como él a
reinventar la lengua alemana. […] En el caso de Jandl, esto supone,
sin embargo, no encumbrar la lengua, sino, en cierto modo, rebajarla,
haciéndole evidenciar así lo más profundo y básico de su belleza”
(pág. 14).
Cabe destacar de esta antología la encomiable labor de traducción
de Sandra Santana ante un corpus de poemas que, en algunos casos,
rozan lo intraducible. Basta leer el resultado de una pieza tan
compleja como “viena: plaza de los héroes” (pág. 55) —poema
en el que Jandl emplea múltiples neologismos creados a partir de la
fusión de palabras de diversos ámbitos, con el fin de recrear la
atmósfera de histeria colectiva reinante aquel 15 de marzo de 1938,
cuando Hitler, desde el balcón del Palacio Imperial vienés, anunció
la anexión de Austria al Reich alemán— para saber que estamos
ante una traductora muy sagaz que no se arredra ante los riesgos.
La edición de Arrebato Libros es, por lo demás, exquisita. Lleva en
portada, sobre fondo amarillo, la célebre foto tomada a Jandl por
George Oliver el 6 de mayo de 1978, durante su lectura en el festival
“Internacional Sound Poetry” de Glasgow, y, a modo de bonus
track, nos regala en portadilla un transparente con un dibujo
realizado por el propio Jandl en 1974, tomado de su poemario der
versteckte hirte, de 1975.
coma – punto, así titula Klaus Siblewski (durante muchos
años el editor de la obra de Ernst Jandl en Luchterhand) la fabulosa
biografía fotográfica del poeta aparecida en el 2000, año de la
muerte de Jandl. Como un punto y coma en el aún inacabado párrafo
de la divulgación de Ernst Jandl en castellano deberíamos acoger
esta nueva muestra de su obra en nuestra lengua. Cabe esperar que la
siguiente frase en ese párrafo quede en manos otra vez de alguien
tan competente como Sandra Santana. Supongo que ella intuye la
existencia de unos cuantos lectores que, sin hacer alharacas de
amistad ni prodigarse en la adjudicación de rosados corazoncitos
digitales, se lo agradecemos. Y se lo agradecemos a sabiendas.
Düsseldorf, octubre de 2019
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