miércoles, 1 de noviembre de 2023

7 años

Este blog va a cumplir 7 años (noviembre 2016) y lo anuncio ya porque siempre olvido los aniversarios. Surgió con la intención, como muchos saben, de, si no poner freno a tanto desvarío reseñador (este objetivo resulta imposible en nuestras condiciones, y la explicación ya la he trasladado en otro artículo), al menos para que quedara constancia de que no todo el mundo pensaba igual o se conformaba con el enfoque publicístico-amical-reseñador que es -y será- la norma en los medios de comunicación, ya hablemos de prensa, radio, televisión o Internet. 

Aunque la tarea haya resultado fatigosa, a veces, tediosa, con ella he disfrutado de momentos de regocijo, en especial cuando conseguía enterarme de las reacciones de los/as escritores, editores/as o periodistas culturales, francamente indignados/as por el atrevimiento que suponía que una persona ajena al mundillo hubiese escrito reseñas negativas no solo de obras literarias sino también de su propio trabajo. ¿Quién había dicho que no se podía criticar la crítica?

En realidad, me parece que si contrastamos tanto mis objetivos como sus consecuencias todo palidece ante ese fondo de barbarie que nos rodea en la actualidad, en especial con lo que lleva ocurriendo en Gaza y en Ucrania (por no hablar de otros conflictos sangrientos por todo el planeta). Quizá haya que tomarlo todo con cierto relativismo vital, que no moral, y no enfadarnos tanto (me incluyo) cuando discutimos respecto del papel de la crítica, la cultura institucionalizada y cosas así..

Por otro lado, y respecto de ciertas lecturas que no he terminado de digerir, no consigo entender que incluso críticos literarios de prestigio justifiquen el endulzamiento de las críticas por la consideración de "saber en dónde se trabaja". Entiendo que, a diferencia de otros planos sociales y vitales donde el maniqueísmo no es aconsejable ni prudente ni necesario, en la crítica de la que estamos hablando solo cabe la honradez completa. Cualquier otro tipo de sesgos conscientes empañan, cuando no prostituyen, esta tarea. Mejor no hacer crítica alguna que hacer una crítica amigable o neutra porque resulte que el libro en cuestión lo edita una empresa de la propietaria del medio de comunicación. O que el/la novelista sea, por ejemplo, amigo/a del director/a. Porque, desde el momento en que se transige, ¿cuándo podrá volver a confiar el público en este/a reseñador/a? Una vez cometida esa primera falta de honradez, ¿le será cada vez más fácil convertirse en un/a mentiroso/a a sueldo? A este pecado original no le encuentro bautizo posible.

Sigamos con la República de las Letras...

UN LIBRO: Ya glosé en su día la extraordinaria obra de Juan Carlos Rodríguez con El escritor que compró su propio libro, sobre la figura de Cervantes y El Quijote. Ahora, me he leído en dos vuelos de avión y un par de sesiones de lectura uno de sus últimos libros: De qué hablamos cuando hablamos de marxismo. En él, no solo habla de marxismo y de sus posibles malinterpretaciones, incluyendo la degenerada y criminal vía estalinista, sino también de figuras filosóficas como Althusser o de la obra de Bertolt Brecht. Agudo y sabio, Juan Carlos Rodríguez, ya me habría gustado conocerlo. Un libro para quienes se resisten a pensar que el capitalismo no es sinónimo de realidad.




OTRO LIBRO: Ya le había echado el ojo hacía unos cuantos años, antes siquiera de que fuera traducido, cuando recién había acabado el doctorado. Pero, por unas circunstancias o por otras, incluyendo el momentáneo olvido o la decepcionante constatación de que todo presupuesto es limitado, había postergado su adquisición hasta hace unos días. Ya traducido, el libro es una lúcida indagación de las características de las teorías filosóficas, políticas y económicas reaccionarias y de quienes las blanden como freno ante la corrupción moral de los nuevos tiempos. Básicamente, se trata del contraataque de los pensadores conservadores, como, en especial, Edmund Burke, Nietzsche o los representes de la escuela austriaca de economía ante la irrupción de protestas y demandas contra la jerarquía social. Una lectura también que, por momentos, apasiona.


EL TERCERO: Ya lo había anunciado en el artículo anterior a este, pero ya tengo en mis fornidas manos Lo Posthumano, de Rosi Braidotti, que, a tenor de lo que llevo leído, explica con cierto detalle la crítica al humanismo filosófico y la reacción antihumanista que le han llevado a formular una tercera posibilidad que es, precisamente, el posthumanismo. De qué se trate ese posthumanismo ya se lo explicaré en otro momento. Por ahora, buena prosa y buena pedagoga.




Para terminar: Es posible que en lo sucesivo se encuentren aquí con menos reseñas de literatura y más artículos de índole divulgativa. Esto es así porque estoy enfrascado en estudiar lenguas clásicas y pensando en abordar El Capital como se merece. Todo sea por decir, cuando alguien me pregunte cualquier cosa: "Estaba leyendo a Platón en griego cuando..."

(Cerrada ovación, gente en pie golpeándose una palma de la mano con la otra. Rostros enrojecidos. Desmayos. Música de El fantasma de la ópera, etc.)



2 comentarios:

  1. Habrá que elegir. El 90% de mi tiempo y energía la vendo al capitalismo por unos cuantos garbanzos (encima, de bote). Parece que el último libro comentado me llama más la atención que los demás.
    Espero que pronto seas capaz de dar a la imprenta una traducción del El capital al latín, para regocijo de la Conferencia Episcopal y su membresía.

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  2. Jaja. A los garbanzos de bote les pongo tomillo y pimentón picante. Creo que la cúpula eclesial española anda ahora bastante regocijada con el informe del Defensor del Pueblo.

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