miércoles, 20 de diciembre de 2017

Lo mejor y lo peor de 2017

Ya vamos llegando a las Navidades, una de las dos épocas del año más importantes para la venta de libros, según me aseguran personas bien informadas. No es de extrañar, pues, la eclosión de presentaciones de novelas, cuentos, poemarios y demás biblias en verso. Así que, aunque no soy muy proclive a hacer listas (fenómeno mediático-sociológico que en España, desde el advenimiento de nuestra singular modernidad, hemos importado del mundo anglosajón, tan minucioso en sus jerarquías) y para llevar un poco la contraria al pseudostablishment cultural que padecemos, me pareció que vendrían bien para hacer una especie de resumen de 2017. Además, por qué no, sirven para celebrar el aniversario de este blog, que tanta simpatía ha despertado en el mundillo literario local.

Con estos objetivos, tanto oponerme al buenismo hipócrita de cierta parte de la crítica como expandir las filias que suscita el blog, he compuesto varias listas, a modo de atajos heurísticos para lectores desprevenidos. He escrito una en la que constan las 11 peores novelas que he leído este año, otra de las 11 mejores, una tercera heteróclita y caprichosa de lecturas de no-ficción y, finalmente, un inventario de los reseñadores habituales de Canarias (si falta alguien que consideren necesario, me lo señalan, para la próxima vez). 

Qué puedo decir sino que estas listas reflejan mis gustos particulares, en mi posición de lector veterano, por un lado, y de reseñador que compra con su dinero cada libro que comenta, por otro. También es cierto que me he esforzado por argumentar en todas las reseñas de Polillas al anochecer por qué las obras me parecen mejores o peores, por qué unas me parecen dignas y otras, infames. Aun así, habrá quien diga que uno "no tiene derecho" a calificar las novelas, cuentos, artículos, reseñas y opiniones de otros como "tonterías", "insensateces", "malos", "flojos", etc., ya se diga que pagar la deuda nacional es un asunto moral, que la tierra es plana, que los equipos deportivos cohesionan a la población o que La otra vida de Ned Blackbird marca un antes y un después en la literatura mundial y parte del sistema solar. En todo caso, uno es responsable de sus juicios, positivos y negativos, y debe argumentarlos siempre, en la medida de su capacidad.

Allá vamos:

LAS 11 PEORES NOVELAS, por orden de espanto:

1) El sepulcro vacío, de Cecilia Domínguez Luis.
2) El conocimiento, de Jonathan Allen.
3) Evanescencia, de Manuel M. Almeida.
4) Gracias por el tiempo, de Santiago Gil.
5) La víspera de casi todo, de Víctor del Árbol.
6) El verano de los juguetes muertos, de Toni Hill.
7) La última homilía de Zacarías Martín, de Enrique Redondo Miranda.
8) Madrid: frontera, de David Llorente.
9) El canto de la raposa, de Rafael Alonso Solís.
10) Interregno, de Roberto A. Cabrera.
11) La otra vida de Ned Blackbird, de Alexis Ravelo.

Me remito a las entradas del blog en cada caso para justificar la decisión. Eso sí, las posiciones en muchos casos son intercambiables y han dependido generalmente de pequeños matices. No ha sido un ejercicio de memoria agradable, a decir verdad. Eso sí, el nº 1 me parece indiscutible. Asimismo, algún libro que no está podría echarse de menos, sin duda.

Ya que estamos, no puedo resistirme a comentar que, dado lo leído, parece difícil caer más bajo en lo que se publica en Canarias y en España. Todavía me resisto a creer que sean estas novelas lo único a lo que podamos aspirar, sobre todo en nuestra Comunidad, que es lo que me importa en primer lugar. Sin embargo, y más específicamente de las novelas de autores canarios, no encontrarán reseña o crítica negativa alguna, salvo la mía, lo que, en cierto modo, me sitúa en una posición única, digamos en una situación de soledad demasiado ruidosa. Es bastante posible, también, que lo bueno me lo haya perdido, por lo que desde esta página pido disculpas por esas magníficas novelas y colecciones de cuentos que, por razones que escapan al entendimiento, no han caído en mis manos.







LAS 11 MEJORES NOVELAS (o colección de relatos), por orden de gozo:

1) De ganados y hombres, de Ana Paula Maia.
2) El banquete celestial, de Donald Ray Pollock.
3) Tardía fama, de Arthur Schnitzler.
4) Casa de verano con piscina, de Herman Koch.
5) Embassytown, de China Mielville.
6) Noche es el día, de Peter Stamm.
7) El malogrado, de Thomas Bernhard.
8) Cazadores en la nieve, de Tobias Wolff
9) Diez de diciembrede George Saunders.
10) Cuentos, de Kjell Askildsen.
11) Anturios en el salón, de Juan R. Tramunt.

Aquí, todavía más que en la primera lista, el estado de ánimo, el humor, la capacidad memorística y el registro de sensaciones en el momento de escribirla han pesado de manera determinante. No seré yo quien discuta otras preferencias en el orden. Casi toda es literatura extranjera, no ya española-peninsular, siquiera. Como ya he señalado en otra entrada, es probable que la literatura foránea que nos llega venga ya mediada, filtrada, por el interés de las editoriales, el empeño de los traductores, su éxito y fama en otros países, etc., así que, por lo general y best-sellers aparte, parece lógico pensar que su calidad media sea mayor. Es una hipótesis de trabajo, no una certeza. En todo caso, Anturios en el salón (al igual que Entrelazamientos, de Luis Junco) demuestra que es posible crear buena literatura con aspiraciones estéticas e ideológicas en Canarias y que el talento no es siempre producto de importación. Ambos, Juan R. Tramunt y Luis Junco, son, además, discretos en cuanto a su exposición mediática y no tienen como actividad primordial cultivar fans. Más bien, sus novelas atraen lectores, lo que es un asunto conceptualmente muy diferente.





Aquí les adjunto otra lista, de regalo: excelentes libros que no son de ficción, y cuyo orden carece de importancia:

1) Nacimiento de la biopolítica, de Michel Foucault.
2) De la política a la razón de estado, de Maurizio Viroli.
3) El lugar de los poetas, de Luis Alegre Zahonero.
4) Para qué servimos los filósofos, de Carlos Fernández Liria.
5) Reforma o revolución, de Rosa Luxemburgo.
6) La democracia sentimental, de Manuel Arias Maldonado.
7) La desfachatez intelectual, de Ignacio Sánchez-Cuenca.
8) La República de las Letras, de Pascale Casanova.
9) Los mecanismos de la ficción, de James Wood.
10) Comprando tiempo, de Wolfgang Streeck
11) Capitalismo, de Geoffrey Ingham.




LOS RESEÑADORES

Aunque el catálogo no es muy amplio, hay varios reseñadores en Canarias que escriben con frecuencia, tanto en las páginas de los periódicos como en su propio espacio digital. ¿Los han leído alguna vez? ¿Podríamos decir que son influyentes en la esfera pública? ¿O, en algunos casos, sólo funcionan como repartidores de agasajos dentro del mundillo? 

1) Emilio González Déniz: Aún más que los comentarios sobre política y sociedad, sus notas de lectura en Bardinia son merecedoras de concienzudo olvido. Casi no escribe, en realidad, de las obras que menciona, salvo en términos lo bastante abstractos para no comprometerse demasiado con lo que parece que alaba, incluso con entusiasmo. Podría decirse que es un artista del eufemismo y que hablar de sí mismo es, probablemente, lo que más le interese. Uno termina de leer sus cosas con una sensación de hastío que no se corresponde con la brevedad de sus artículos. Aquí su blog, dependiente del periódico Canarias7.

2) Santiago Gil: Un auténtico seguro de ego para los novelistas de cuyas obras se ocupe. Se caracteriza por su empeño indomable en expresar una sensibilidad que roza en demasiados momentos la cursilería, en variado alarde de un maravillosismo digno de estudiarse como técnica literaria independiente. Sus reseñas/notas de lectura se publican también en el Canarias7, aunque alguna vez también en la página web del periódico. Aparte, tiene un espacio en el que escribe sus ocurrencias lírico-existenciales. Aquí.

3) Alexis Ravelo: Aunque abandonó su blog durante unos meses, probablemente ocupado por su ingente producción literaria y la promoción consiguiente (tarea esta última en la que se emplea a fondo), ha vuelto a retomarlo en los últimos tiempos, centrándose en reseñar novelas y colecciones de cuentos que le gusten (principio fundamental, y a veces único, en la labor de muchos reseñadores o aspirantes a reseñadores). No esperen sino buen rollo en sus comentarios y alguna protesta poco comprometedora sobre el mundo, los políticos, etc. Aquí.

4) Ibrahim Chamali: Reseñador oficial en los primeros tiempos de Dragaria, las notas de lectura que escribe expresan su afabilidad y su visión buenrollista de la literatura. Todo le "engancha desde el primer momento", y nunca "puede dejar de leer" lo que sea. Todos los escritores deberían amarlo, porque él los ama a todos. Maravillosismo en estado puro. 
Su blog no es de reseñas, sino de pequeños relatos. Pero, bueno, qué más da. Aquí.

5) Eduardo García Rojas: Salvo insólitos episodios de irascibilidad, que los tiene, este periodista suele ser bastante amable en sus reseñas, más tendente a apreciar lo positivo que lo negativo en lo que se le ponga por delante: tarea ardua en numerosas ocasiones, todo hay que decirlo, y a veces infundada. Es digno de elogio su rescate de novelas y películas olvidadas. Escribe en el Diario de Avisos y en su propio blog. Aquí.

6) Antonio Bordón: desde su época en La Provincia, Bordón juega en otra liga: tanto en la calidad de sus análisis o comentarios como en el objeto de estos: la literatura extranjera. Muchos hemos conocido mundos distantes sentados en casa gracias a él. Aquí su blog.



Felices fiestas, y a apechugar con lo que venga. 










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